- Rosa Silvestre -


Ayer fuimos un par de horas a la orilla del río que separa nuestra casa de Portugal. 


De camino, tuve un ataque de no se qué, pero habría cogido un avión a Barcelona sólo por estar hoy, unas horas, paseando entre libros y flores. Me cayó un pequeño sermón sobre lo comercial de las fiestas y sobre lo bonito que es regalarse flores y libros en días inesperados. Lo sé, lo sé, dije. Pero esta mañana no he podido evitar que mi corazón saltara de alegría al ver, encima de mi escritorio, una rosa silvestre recién cortada de nuestro floreciente jardín. Y he pensado en lo bonito de los detalles que se tienen sin condición, sólo suponiendo la felicidad ajena y la sonrisa matutina que deja una despedida de una mañana de Abril. Gracias. 

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